El Señor está cerca: Miércoles 4 Febrero
Miércoles
4
Febrero
Voy, pues, a preparar lugar para vosotros… vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis… Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
Juan 14:2-3, 6
El camino correcto (3)
El Señor Jesús es el camino

Jesús el Mesías había estado con sus discípulos durante aproximadamente tres años, y ahora había llegado el momento de dejarlos. Tras cumplir su obra en la cruz y pasar por la muerte, la sepultura y la resurrección, él ascendió al cielo. Sin embargo, nunca se separaría de sus discípulos, incluyéndolo a usted y a mí en la actualidad.

La grandeza suprema de su Persona se revela en sus palabras: “Para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. ¡Qué verdad tan asombrosa! En el mismo momento en que hablaba con sus discípulos en la tierra, Jesús estaba también en el cielo, porque él es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. No obstante, como Hombre, iría allí para preparar un lugar para sus discípulos –y para nosotros. Al ir allí, él abrió la puerta del cielo para que estemos con él, quien es el camino, la verdad y la vida.

Cuando Dios se apareció a Moisés en la zarza ardiente, él se reveló con el nombre “Yo soy” (Éx. 3:14) y aseguró que estaba con su pueblo en sus aflicciones (véase Éx. 4:31). Hoy, sobre la base de la obra cumplida de Cristo, su pueblo no solo sabe que él está con ellos, sino que también puede estar con él, ¡donde él está! El gran Yo soy es “el camino, la verdad y la vida”. (En el Evangelio según Juan, el Señor Jesús se presenta siete veces con este título divino: Yo soy).

Él es el camino a Dios, un camino nuevo, lo que implica que no hay otro, pues nadie más puede llevarnos allí. Este camino nos introduce en una verdad revelada y una vida antes desconocida. Todo está contenido en esta bendita Persona. Sin él, no tenemos nada; con él, lo tenemos todo.

En el libro de Hechos, los primeros cristianos eran llamados “el Camino” (véase Hch. 24:14, 22), no como un nombre sectario, sino porque representaban a Cristo. Hoy, identificados con el Señor Jesucristo en el cielo, podemos servirlo fielmente mientras esperamos su regreso.

Alfred E. Bouter