El Señor está cerca: Lunes 2 Febrero
Lunes
2
Febrero
Conozco a un hombre en Cristo, que… fue arrebatado hasta el tercer cielo… me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee.
2 Corintios 12:2, 7
Un hombre en Cristo

¡Cuán inmensamente diferentes fueron las dos experiencias de este honrado siervo del Señor: estar en el tercer cielo y ser abofeteado por Satanás en la tierra! Sin embargo, Pablo estaba seguro en Cristo tanto cuando experimentaba angustia, irritación u otros efectos del “aguijón en la carne” como cuando escuchaba palabras inefables en el paraíso. Ciertamente, su posición en Cristo ante de Dios no se vio alterada en absoluto por este extraordinario cambio de circunstancias y experiencias.

Esto es algo muy importante a considerar. ¿Acaso la mayoría de los creyentes no experimentan tiempos brillantes y tiempos oscuros? ¿No probó Israel la amargura de Mara (véase Éx. 15:22-27), solo para luego disfrutar del refrescante cambio en las palmeras y los pozos de agua de Elim? Del mismo modo, ¿no saben la mayoría de los hijos de Dios lo que es estar, en algunos momentos, llenos de un gozo indescriptible y pleno de gloria, y en otros, sumidos en la tristeza y la angustia, con el corazón lacerado por las tristezas del camino?

Pero, ¿acaso no seguimos estando igual de seguros y dichosos en Cristo cuando atravesamos el difícil camino de la humillación y la angustia, como cuando disfrutamos del gozo en el Señor? En estos momentos de gozo, ¿no lo sentimos tan cerca que solo una tenue barrera parece interponerse en nuestra visión de él, y su propia gloria brilla sobre nosotros? Ciertamente, siempre es verdad que estamos completos en él, quien es “la cabeza de todo principado y potestad” (Col. 2:10), y que ningún cambio de circunstancias o experiencias, sean oscuras o luminosas, puede sacudir nuestra seguridad y posición en él. Sin embargo, es cierto que podemos perder el gozo de esta realidad si nos enfocamos en nuestra experiencia o en cualquier otra cosa en lugar de Cristo. ¡Cuán sabio es, entonces, para el creyente, permanecer en el Señor Jesús y ocuparse de él, pues así siempre disfrutará de su bendición!

H. H. Snell