La Buena Semilla: Martes 26 Marzo
Martes
26
Marzo
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Efesios 4:32
Reconocer mis errores

Mientras trabajaba en su obra maestra, «La última cena», Leonardo da Vinci tuvo una discusión con un transeúnte. Lo gritó y lo amenazó con los puños. Luego volvió a sus pinceles para pintar el rostro de Jesús, pero estaba tan enojado que le fue imposible dar un solo trazo. Entonces fue tras el hombre a quien había ofendido y le pidió perdón. Luego pudo pintar en paz (narrado por Gérard Fuller).

Asimismo, no podemos reflejar el carácter del Señor Jesús en nuestras palabras y hechos si no reconocemos nuestros errores ante quien hemos ofendido.

Mi petición de perdón debe ser sincera, basada en los hechos por los cuales reconozco mi falta. Si solo digo: «Te pido disculpas si te he hecho daño», en realidad no estoy admitiendo ninguna culpa ante la otra persona, solo estoy aceptando que pude haberla lastimado. Debo ser preciso, tomar conciencia de mi error y formularlo claramente: «En esta ocasión, hice tal cosa. Fui áspero e injusto contigo. Te ruego que me perdones».

Esta actitud hacia la persona a quien he lastimado debe estar unida a la confesión a Dios de lo que he hecho, pues lo uno no va sin lo otro. Solo en la fuerza que me da el perdón de Dios hallaré el valor para confesar mi falta a quien he lastimado, y para no volver a hacerlo. Sabré que mi confesión a Dios ha sido verdadera si puedo ir humildemente a la otra persona y decirle: «Me equivoqué».

“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:13).

Éxodo 38 – Hechos 26:19-32 – Salmo 37:1-7 – Proverbios 12:9-10