«Mi marido era violento cuando estaba bajo la influencia del alcohol. A veces, frente a él, me sentía pisoteada, sin palabras. Pero Dios estaba a mi lado, y lo que no podía expresar en alta voz, se lo decía interiormente: todo lo que había en mi corazón, todo mi dolor. ¡Cuántos»por qué«dirigí a Dios!

Imaginen mi asombro cuando un día mi marido vino a disculparse, repitiendo las palabras de mi oración del día anterior. ¡Dios le había hablado! Experimenté cómo Dios sabe todo, ve todo, mide todo y actúa. ¡Él no es indiferente, ve nuestros sufrimientos! Si permite una prueba, también nos ayuda a soportarla: “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir” (1 Corintios 10:13).

En medio de los problemas, incluso en la angustia, podemos pensar que Dios está lejos de nosotros. Pero no es así, ¡él está a nuestro lado! Cuando el apóstol Pablo fue encarcelado en la fortaleza, para luego ser enviado a Roma, el Señor se le presentó y le dijo: “Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma” (Hechos 23:11). En tales circunstancias, Dios nos llena de su amor y de su paz. ¡Solo él puede darnos una profunda serenidad más allá de lo que podemos imaginar!».

“Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4).