Estoy envejeciendo, Señor:
– Permíteme seguir siendo modesto y no creer que mi experiencia me autoriza para imponer mi opinión sobre todo. Permíteme ser sabio en mi apreciación de las situaciones y de las personas.
– Que no me convierta en una persona triste, severa, preocupada, siempre mirando hacia el pasado, sino en un modelo de paciencia, dulzura y comprensión.
– Concédeme aceptar tus enseñanzas cada vez más. Dame el valor para presentarlas y, sobre todo, para vivirlas en un mundo desorientado, sin puntos de referencia ni esperanza. Concédeme especialmente reflejar el ejemplo de amor verdadero y desinteresado que tú nos dejaste.
– Que la lectura de la Biblia se convierta, no en el cumplimiento de un deber rutinario, sino en la fuente de la que me nutro siempre con gozo para renovarme cada día.
– Hazme más sensible a las necesidades de los que me rodean, de mi familia, de los que están cerca de mí, de todos los que sufren. Ayúdame a orar por ellos con perseverancia y fe.
– Concédeme esperar, no la muerte para librarme de mis preocupaciones, sino tu pronto regreso, como lo prometiste.
“Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes” (Salmo 92:14).
“Corona de honra es la vejez” (Proverbios 16:31).
Éxodo 33 – Hechos 22:22-23:11 – Salmo 35:9-14 – Proverbios 11:31