La resurrección de Jesucristo no es un mito, sino un hecho. «Como abogado he investigado a fondo las pruebas concernientes a los hechos que rodearon la muerte de Jesús, y he llegado a la conclusión de que son sólidas. Como hombre de leyes acepto esta evidencia sin ninguna restricción, al igual que el testimonio de hombres dignos de confianza y capaces de justificar la validez de su afirmación» (Sir Edward Clarke, juez de la Corte Suprema, Gran Bretaña).
Esta declaración resume muchas otras investigaciones exhaustivas. Pero la certeza de la resurrección de Jesús no se basa en tales pruebas. Constituye el tema central de las Escrituras. El Antiguo Testamento lo anuncia; el Nuevo Testamento lo describe detalladamente y presenta el testimonio de sus testigos que debieron exclamar: “Ha resucitado el Señor verdaderamente” (Lucas 24:34).
El considerar probable la resurrección de Jesús no me convierte en cristiano. ¡Se necesita más, se necesita el paso de la fe! El apóstol Pablo escribió: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Pero rechazar el testimonio de la Biblia sobre la resurrección de Cristo es rechazar toda la Palabra de Dios.
Génesis 35 – Mateo 20:16-34 – Salmo 18:31-36 – Proverbios 6:16-19