El apóstol Pedro habla a las esposas cristianas. Afirma que un espíritu amable y apacible es “de grande estima delante de Dios”. Dios desea una atmósfera de mansedumbre y paz en los hogares cristianos. El carácter de la esposa y madre desempeña un papel esencial y marca a toda la familia.

Si Dios subraya esta cualidad es porque muy a menudo la paciencia de un ama de casa es puesta a prueba por las dificultades de la vida cotidiana. Los niños dan mucho trabajo y cansan; hay momentos del día difíciles y estresantes para las madres. Mantener un espíritu afable y apacible en esos momentos no es natural, pues implica renunciar verdaderamente a uno mismo. ¡Es más fácil gritar o tratar de imponer nuestro punto de vista o nuestro derecho! Pero ante situaciones difíciles o incluso injustas, la esposa cristiana tiene el privilegio de imitar a Cristo, su modelo, quien se encomendó “al que juzga justamente” (1 Pedro 2:23).

Los padres y esposos también deben mostrar mansedumbre y firmeza (Filipenses 4:5). Estas virtudes cristianas mantendrán un ambiente de paz y seguridad, la estabilidad de la pareja y de la familia. Esposos y esposas cristianos, sabemos que podemos encontrar nuestros recursos en Jesús, quien es “manso y humilde de corazón”. Hoy, cuando hay tantos desastres en las familias, es importante que los hogares cristianos pongan en práctica la enseñanza y la gracia de nuestro Señor Jesucristo.