Si usted es arrastrado por la corriente de un río, necesita ser salvado. Si se encuentra en una casa en llamas, sin poder salir, necesita que alguien lo salve. Si está agobiado por una deuda que no puede pagar, pide ayuda. A esta clase de liberación se refiere la Biblia cuando dice que Dios salva a los que creen.
¿De qué nos salva Jesús? Él nos salva de las olas del pecado que nos arrastran lejos de Dios. Nos libra del fuego del juicio eterno. Él paga la deuda de nuestros pecados.
En algunos países, el rescate es gratuito para las víctimas, pero es muy costoso para la comunidad. Asimismo, la salvación que Dios ofrece es gratuita para nosotros, pero Jesús pagó un precio inmenso por ella, ¡dio su propia vida! ¡Es el regalo de su amor! Por eso no podemos separar la fe en el Señor Jesús y la salvación que Dios ofrece. Jesús no solo anuncia la buena noticia de una salvación gratuita, sino que él mismo es esta salvación. Su nombre significa «Dios Salvador».
Cuando el anciano Simeón vio al niño Jesús en el templo, bendijo a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación” (Lucas 2:29-30).
Rechazar a Jesús es negarse a ser salvado, liberado. ¿Quién querría rechazar una salvación gratuita?
“Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más… por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9).
Génesis 38 – Mateo 22:1-22 – Salmo 19:1-6 – Proverbios 7:1-5