Karim trabajaba para un poderoso emir árabe. Este poseía un gran parque con aves exóticas, entre ellas un pato de una especie muy rara, el cual era muy importante para su dueño. Un día Karim divisó algo saliendo de un matorral y, por reflejo, disparó su honda… ¡Qué horror! Había matado al pato de su amo. Aterrado, enterró el ave, pensando que nadie lo había visto. Pronto se supo que el pato había desaparecido. El emir se enojó terriblemente. Buscaron con esmero al animal, pero todo fue en vano…

Poco después el cocinero le pidió a Karim que fuese a buscar agua, pero como este se negó, el cocinero le susurró: «Cuando el amo sepa quién mató al pato…». Turbado, el desafortunado Karim no tuvo otro remedio que obedecerle. El cocinero aprovechó la situación para exigirle todo tipo de servicios, mientras repetía su amenaza: «Cuando el amo sepa…», y Karim obedecía sus órdenes.

El pobre chico no pudo aguantar más. Entonces fue y se postró a los pies del emir, confesó su falta y obtuvo su perdón. ¡Un Karim liberado y fortalecido salió de la casa de su amo! Luego se encontró con el cocinero, quien le pidió que fuese a buscar agua. Karim se negó, y cuando el cocinero insistió con la misma amenaza, Karim respondió victorioso: «¡Lo sabe, y me ha perdonado!».

Esta historia ilustra la experiencia liberadora de todo pecador que confiesa sus pecados a Dios: es perdonado, liberado del peso de su culpa y de la esclavitud de Satanás. ¡Tiene paz con Dios!