Esta pregunta de Jesús iba dirigida a los judíos que querían escucharle. Pero, ¿tenían una fe genuina o superficial? Creían que conocían la verdad… Habían recibido la Ley de Dios a través de Moisés, eran descendientes de Abraham, creían que Dios era su Padre. Y sin embargo, en el transcurso del capítulo 8, reaccionan cada vez con más violencia ante las palabras de Jesús.
Jesús les habló de la verdad y de la libertad, pero ellos siguieron atascados en sus interpretaciones de la Ley. Les dijo que perseveraran en su palabra para ser liberados. Ellos respondieron que no tenían necesidad de liberación pues no eran esclavos de nadie. No fueron capaces de escuchar. Entonces Jesús les dijo: “Si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?”. E inmediatamente les dio la respuesta: “Porque no sois de Dios”.
La verdad de la que habla Jesús no es una verdad concebida por la mente humana, sino la revelación de Dios.
¿Cómo resuenan las palabras de Jesús en nuestros corazones y en nuestras vidas? ¿Somos prisioneros de nuestras propias ideas y prácticas religiosas, o vivimos en la libertad de los hijos de Dios? ¡Dejemos que las palabras y las preguntas de Jesús calen en nosotros! Abramos nuestros corazones a su amor para que podamos vivir en libertad, misericordia y verdad… en la libertad de los hijos de Dios.