Hasta su conversión a Cristo, John Newton decía que no temía a Dios. Le desafiaba abiertamente con su vida cruel y depravada. Pero durante una tormenta en la que su barco estuvo a punto de hundirse, se sintió aterrorizado. Tenía miedo de morir, pero sobre todo tenía miedo de encontrarse con Dios. Y este miedo le llevó a volverse hacia Él y recibir su perdón. Entonces escribió la canción muy conocida Amazing Grace: «Esta gracia enseñó a mi corazón a temer, y la gracia disipó mis temores». Experimentar el inmenso perdón de Dios le hizo pasar del miedo al «asombro». Comprobó estas asombrosas palabras: “En ti (Dios) hay perdón, para que seas reverenciado”.
Cuando descubrimos que somos pecadores, el temor de Dios y el miedo al juicio pueden apoderarse de nosotros, ¡pero qué alivio es encontrar la salvación en Jesús y el perdón de los pecados! Los creyentes confiamos en Dios, amamos estar en su presencia, encontramos en él seguridad y misericordia.
Si seguimos teniendo miedo de Dios, o si conservamos la imagen de un Dios duro, es porque no hemos sido capaces de descubrir quién es: “Señor fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxodo 34:6). O tal vez nuestra conciencia culpable nos empuja a huir de él…
Si Jesús es mi Señor y mi Salvador, ¿qué lugar ocupa el temor de Dios en mi vida?