La iluminación de una exposición se diseña cuidadosamente para resaltar los cuadros. Dos luces diferentes sobre el mismo cuadro pueden dar la impresión de que se trata de dos obras distintas.

Si imagino mi vida como un cuadro, ¡la luz con la que la contemplo es esencial! La mayoría de las veces, vemos las circunstancias de nuestra vida a la luz de nuestra existencia en la tierra. Pero hay otra luz, es decir, ver nuestras circunstancias en relación con Dios y con nuestro futuro eterno. El cuadro de mi vida sigue siendo el mismo, pero la imagen es muy diferente.

Tomemos el ejemplo de un joven que, tras un accidente, queda discapacitado de por vida. ¡Qué vida rota, podemos pensar desde el punto de vista de su existencia terrenal! Pero tras un periodo de rebelión, este dramático suceso puede llevarle a reflexionar, a conocer a Jesús como su Salvador y a dar testimonio de él. ¡Ese aparente drama en realidad conduce a la felicidad eterna!

Por otro lado, si una persona sana lleva una vida fácil y llena de logros pero vive sin Dios, se considerará que fue una vida llena de éxito. Pero si esta vida fácil le condujo a descuidar el futuro de su alma, ¡qué dramática pérdida para la eternidad!

Lo importante para nuestra vida en la tierra, tanto si nuestra situación es difícil como feliz, es considerarla a la luz que Dios nos da en su Palabra, la Biblia. ¡Leámosla con atención y entonces veremos sus verdaderas perspectivas, es decir, la presente y la eterna!