Los dos versículos citados parecen contradictorios. En el primero, el apóstol Pablo dice que la prueba no irá más allá de lo que podamos soportar. En el segundo, relata circunstancias difíciles que superaron sus fuerzas.
La Biblia nunca se contradice, y hay que leer el resto del texto: “… fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas… para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios… el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará…”. Las situaciones en las que se encontraron Pablo y sus compañeros les llevaron a no confiar en sus propias fuerzas, que resultaron insuficientes, sino en Dios. ¡Y Dios no los abandonó a su suerte, sino que los libró!
Pablo escribió más tarde: “Me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:9-10).
Como cristianos, cuando nos enfrentamos a dificultades y sufrimientos, ¿no dudamos a veces de la promesa de nuestro Dios, aunque sabemos que él es fiel? La prueba nos abruma, parece que Dios no hace nada, y estamos al límite de nuestras fuerzas. Debemos entonces no poner nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios. Si nos dirigimos a él, reconociendo que estamos agobiados, acudirá en nuestro rescate y nos enseñará a decir, como Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).