«A veces nos parece que renunciar a algo es lo mismo que ceder, abdicar, rendirse o dar por perdido algo que realmente deseamos…
Un día, me encontré en una situación decisiva en la que comprendí que Dios me llamaba a renunciar a ciertas cosas… Me sentía un poco como el joven rico que se marchó decepcionado cuando Jesús le pidió que diera todas sus posesiones a los pobres, y luego que le siguiera… Dios quiere que decidamos seguirle por voluntad propia, porque él sabe, mucho mejor que nosotros mismos, lo que es bueno, bello y edificante para nuestras vidas… ¡Decidí creer que vivir para él es mejor que vivir para nosotros mismos!
Si también estás pasando por esta experiencia, te diré que Dios nunca te pide nada sin darte la capacidad para hacerlo. Sube aunque solo sea el primer escalón, ¡y él hará el resto en tu lugar!» (J. Gotte).
–El primer paso es poner la fe en Jesucristo y la confianza en Dios. Significa renunciar a los propósitos que me llevan a oponerme a él, o a despreciar su bondad, su sabiduría, su poder…
–Y me dices que es solo un escalón? ¡Yo lo veo más bien como una montaña!
–A primera vista, tal vez, pero si te dejas iluminar solo un poco por la luz divina, la montaña que parecía tan alta se convertirá en un escalón accesible. Si condenas tus pensamientos y acciones pasadas, obtendrás una nueva vida: la vida eterna, la vida de Jesucristo. ¡Sube este primer escalón con Jesús! Entonces, renunciar a ti mismo para seguirle, se convertirá en la meta y la alegría de tu vida.