En la Biblia, la paz es mucho más que la ausencia de guerra o conflicto. Es la ausencia total de preocupaciones, unida a la confianza en Dios. Uno de los últimos recuerdos que tengo de mi hermano en medio de sus sufrimientos es la paz que irradiaba. ¡Experimentaba la paz que le había dado Jesús, su Salvador!
Nuestra paz con él, regalo gratuito para todos los que creen, costó un precio infinito a Dios: la vida de su único Hijo. Cuando recibimos esta paz, podemos vivir en ella con la ayuda de Dios. Si presentamos todas nuestras preocupaciones a nuestro Dios por medio de la oración, esta paz de Dios nos llenará y guardará nuestros pensamientos en Cristo Jesús. Entonces el Dios de paz estará con nosotros para irradiarla (leer Filipenses 4:4-9).
En un mundo enemigo de Dios, el pacificador anuncia que Dios ofrece a todos la reconciliación con él. Todo lo que se necesita para obtenerla es creer en el Señor Jesús.
El pacificador también desempeña un gran papel en los vínculos entre los creyentes. Cuando Jesús habló por primera vez de la iglesia local (Mateo 18:20), fue para enseñarnos cómo comportarnos para resolver un conflicto. El objetivo es lograr el perdón, la paz. ¡Recordemos que la reconciliación con nuestros hermanos y hermanas es un requisito previo para adorar a Dios!
“Serán llamados hijos de Dios”. Los que son pacificadores manifiestan, quizá sin muchas palabras, algo del carácter mismo del Dios de paz.
Éxodo 35 – Hechos 24 – Salmo 35:22-28 – Proverbios 12:3-4