Los fariseos seguían estrictamente la ley de Moisés y todas las tradiciones religiosas judías. Pero se opusieron fuertemente a Jesús. Lucas nos dice tres veces que Jesús comió en casa de un fariseo (Lucas 7:36; 11:37; 14:1). Este escenario apropiado de la comida permitió a Jesús mostrar que traía la gracia y la verdad de parte de Dios.

En una de estas comidas, Jesús recibió a una mujer despreciada y le perdonó sus pecados (Lucas 7:48). En otra ocasión sanó a un enfermo el día sábado (Lucas 14:4). La tercera vez dijo palabras fuertes: “Vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad” (Lucas 11:39).

En estos tres casos vemos la sabiduría divina de Jesús. Manifestaba la gracia de Dios al perdonar y sanar, y al mismo tiempo daba testimonio de la verdad en un contexto hostil. Los fariseos fueron confrontados con su hipocresía y dureza de corazón. Ya en el caso del banquete de Leví (Lucas 5:27-31), sus reacciones de desaprobación muestran los peligros de una religión desvinculada de su fuente. Esto los llevaría a matar a Jesús, como sus antepasados habían matado a los profetas.

Amigos cristianos, tal actitud nos interpela. Pidamos a Dios para que nuestras tradiciones no sean un obstáculo a su amor. La gracia de Dios quiere perdonar y liberar. Invitemos a Jesús a nuestra casa; él nos llevará a abrir nuestra puerta a los que le buscan, para hacerles bien.