Predicamos a Cristo crucificado… Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Tibor trabajaba en un aserradero en Hungría. Todos los días cantaba himnos mientras cortaba los enormes troncos de árboles. Su canción favorita era repetida en coro por los obreros que lo rodeaban. El capataz, molesto, le advirtió: «Si te vuelvo a oír cantar eso, te echaré a ti y a cualquiera que cante contigo».
Unas semanas después, Tibor estaba cantando cuando el capataz atravesó el taller. Tibor sabía que iba a perder su trabajo… Sin embargo, no pudo creer lo que oía: el capataz repitió el estribillo. Dirigiéndose a Tibor, le dijo: «Ves, me volviste loco con tus historias, ¡pero ahora creo en Jesús!».
Sí, el Evangelio “es locura a los que se pierden”, porque no lo creen. Pero es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). No es, pues, por la sabiduría de los hombres que podemos conocer a Dios.
“Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21).
Basta escuchar a Dios y creerle para que su luz penetre en nuestro espíritu y transforme completamente nuestra forma de ver, de pensar y actuar. Esto fue lo que ocurrió en el corazón rebelde de ese capataz: detestaba ese himno, y luego lo cantaba con todo su corazón para alabar a Dios.
Job 33 – Colosenses 1:1-14 – Salmo 134 – Proverbios 28:19-20