El Salmo 119 muestra el lugar que debe ocupar la Palabra de Dios en nuestras vidas. Este salmo, el capítulo más largo de la Biblia, es una oración. La mayoría de sus 176 versículos mencionan la Escritura con diferentes nombres. Vale la pena leer con atención este salmo.
La Palabra de Dios es lo que mantiene, de manera segura, la comunión con el Dios de amor, con el Dios vivo y verdadero. Su mensaje se dirige a todos, cualquiera que sea su edad o su condición moral. Este salmo nos invita a guardar, es decir, a arraigar la palabra divina en nuestro corazón, a memorizar textos apropiados, que serán nuestras “armas” para el “día malo”, cuando llegue la tentación (Efesios 6:13, 17). Si en este mundo de tinieblas morales guardo celosamente estas enseñanzas, ellas serán “lámpara… a mis pies… y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105). En tiempos de prueba, el cristiano encontrará un gran consuelo en la Palabra: “Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado” (v. 50).
También es una fuente de admiración para el creyente: “Maravillosos son tus testimonios; por tanto, los ha guardado mi alma”. Hallamos gran gozo en su lectura: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (v. 129-130). “Tus testimonios… son el gozo de mi corazón” (v. 111).
“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos.
En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (v. 9-11).
Job 7-8 – Hebreos 1 – Salmo 119:161-168 – Proverbios 27:7-8