La primera comida mencionada por Lucas fue la que Leví ofreció a Jesús. A su llamado, Leví dejó todo: su trabajo, sus costumbres, para seguir a Jesús. Lo primero que hizo en este nuevo camino fue ofrecer un banquete al Señor. Personas de toda clase asistieron a esta comida en honor a Jesús.
Los fariseos (religiosos satisfechos de sí mismos), cuyo nombre significa los «separados», no aceptaban comer con esa gente que no observaba todos los detalles de la ley de Moisés. Ellos miraban y protestaron: “¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:30-32).
La respuesta de Jesús proyectó una luz intensa o penetrante sobre su misión. Su propósito era salvar y sanar a los enfermos. Los que se creían sanos pensaban que no necesitaban al médico; en cambio, los que sabían que estaban enfermos acudían a él.
Esto también es cierto en el ámbito de la fe: el primer paso para encontrarnos con Jesús es reconocer que estamos enfermos, es decir, reconocer nuestros pecados, nuestra ruina moral. El segundo paso es confiar en Jesús, quien nos trae el perdón, la justicia, y nos libra del juicio. Luego, como Leví, compartamos con otros el gozo de conocer a Jesús: una invitación a cenar, una lectura de la Biblia, un encuentro para orar. Pidamos al Señor que nos abra las puertas.
Job 29 – Hebreos 11:23-40 – Salmo 132:1-7 – Proverbios 28:11-12