Es fácil confiar en Dios cuando todo va bien; parece obvio que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).
Pero, ¿hasta qué punto esta fe está arraigada en nuestros corazones? Como muchos lo han experimentado, es difícil aferrarse a las promesas de Dios cuando atravesamos una prueba. Y surge la pregunta: “¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?” (Salmo 77:9).
La historia judía nos cuenta un episodio interesante a este respecto. Poco después de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d. C., varios hombres estaban de pie en la plaza frente al templo. No quedaba nada de la grandeza de la “morada” de Dios. Cuando un zorro salió de las ruinas, se pusieron a llorar, excepto uno que parecía feliz.
–¿Cómo puedes alegrarte frente al templo en ruinas?, le reprochó uno de ellos.
–Escucha la voz de los profetas: “Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas” (Miqueas 3:12), y “zorras andan por él” (Lamentaciones 5:18). Pero Zacarías también dijo: “Las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas” (Zacarías 8:5). Estas ruinas me muestran que la palabra de Miqueas, como la de Jeremías, se ha hecho realidad. Así que estoy seguro de que la profecía de Zacarías también se cumplirá.
Dios es fiel. Cumple sus promesas. Ya lo ha hecho en nuestras vidas, y mucho más en los momentos difíciles. “No perdáis, pues, vuestra confianza” (Hebreos 10:35).
“Lo que Dios había prometido, era poderoso también para cumplirlo” (Romanos 4:21, V. M.).
Job 30 – Hebreos 12:1-11 – Salmo 132:8-12 – Proverbios 28:13-14