Usted estaba muy contento al saber que Dios lo perdonó por haber creído que Jesús “pagó” por usted… Eso fue lo que leyó en la carta de Pablo a los Efesios. ¡Pero ahora otra vez está confundido, después de haber leído la de Santiago, que parece decir lo contrario! En esta epístola, sin buenas obras, usted no es visto como un hombre justificado.
¡Y si le dijese que los dos apóstoles tienen razón! Para comprenderlo, basta con leer atentamente el contexto en el cual ellos hicieron estas afirmaciones. Pablo dice lo que Dios hizo para justificarlo: ¡sacrificó a su Hijo! Si usted acepta esto por la fe, es justificado ante Dios.
Santiago, en cambio, le pide que muestre su fe a los que le rodean… Pero, ¿cómo hacerlo, sino mediante su comportamiento? Claro que Dios conoce el corazón de cada uno y justifica al que cree en Jesucristo. Él sabe que usted ha creído, ¡entonces es salvo! Pero los que lo rodean se basan en lo que ven en su vida práctica para apreciar si usted es un hijo de Dios. Por ejemplo, si afirma que Dios le habla en la Biblia, pero nunca la lee, será difícil que los demás le crean. Sucede lo mismo si afirma que Jesús es su Señor, pero no le obedece; o si dice que él es su modelo, pero se comporta mal con los demás…
Por lo tanto, amigo mío, usted no debe preocuparse: Dios lo perdonó definitivamente gracias al sacrificio de Jesús. ¡Pero demuéstreselo a los demás viviendo verdaderamente para él!
Daniel 9:20-27 – Lucas 1:26-56 – Salmo 80:1-7 – Proverbios 19:1-2