“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
“No temas, cree solamente” (Marcos 5:36).
“Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37).
Jesús dijo a Leví: “Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió” (Lucas 5:27-28).
Jesús les dijo: “Tened ánimo; yo soy, no temáis” (Marcos 6:50).
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
Cuando leemos la Biblia, nos sorprende la claridad y la fuerza de estas palabras de Jesús. Incluso un niño puede comprenderlas, pero el creyente más avanzado no agota su profundidad. Estas palabras nos cautivan por su realismo y su exactitud. Son verdaderas, simples, directas y llenas de amor. ¡Son palabras de vida! Desde hace 2000 años tienen un impacto en personas de todos los niveles, culturas y orígenes.
Sin embargo, son muchos los que rechazan las palabras del Evangelio. Así se privan, a la vez, de un diagnóstico fiable de la condición del ser humano, quien desde la infancia es esclavo del pecado, y del remedio divino que puede liberarlo. Estas personas pasan al lado de Aquel que quiere darles la vida eterna.
¿Conoce usted las palabras de Jesús? Lea los evangelios con oración y humildad; experimentará que estas palabras son verdaderas, actuales y poderosas.
1 Reyes 21 – Romanos 5 – Salmo 64 – Proverbios 16:7-8