Tres discípulos formaban “el círculo íntimo” de Jesús entre los doce: Pedro, Jacobo o Santiago y su hermano Juan. Estos amigos de Jesús, llamados a seguirle al mismo tiempo, cuando estaban a orillas del mar de Galilea, fueron los únicos que lo acompañaron en tres acontecimientos notables de su vida:
1. Junto a la cama de la hija de Jairo, a quien resucitó: “No dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña” (Lucas 8:51).
2. En la montaña donde Jesús desveló su gloria: “Tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar” (Lucas 9:28).
3. En el huerto de Getsemaní, donde Jesús recibió de su Padre la copa del sufrimiento antes de la crucifixión: “Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse” (Marcos 14:33).
Estos apóstoles estaban estrechamente ligados a su Maestro y entre ellos; juntos fueron testigos de muchas escenas extraordinarias de la vida de Jesús. Sin embargo, uno de ellos, Jacobo, fue ejecutado al principio de su servicio (Hechos 12:2). ¿Por qué tan temprano? ¿Por qué él? Preguntas como estas nos embargan cuando una persona demasiado joven o en plena actividad parte.
¡Consideramos que todavía tenía muchas cosas para compartir a su alrededor! A menudo no encontraremos respuestas a nuestras preguntas, pero confiemos en Aquel que tiene nuestra vida en sus manos. Él permitió la muerte prematura de Jacobo; pero acompañó a Pedro y a Juan en su largo servicio para la Iglesia del Señor.
2 Crónicas 32:1-19 – 2 Corintios 5 – Salmo 106:1-5 – Proverbios 23:15-16