Sabemos cómo fue escrita la Biblia, ahora veremos cómo fue formada. En el siglo 15 antes de Cristo, Moisés escribió lo que Dios le comunicó, es decir, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento. Luego, diversos autores inspirados escribieron la historia del pueblo hebreo. Hasta el siglo 10 a. C., cierto número de autores como David y Salomón escribieron, inspirados por Dios, una serie de poemas, cánticos y proverbios. Del siglo 9 al siglo 5 a. C. los profetas escribieron o mandaron escribir sus mensajes, que conforman 17 libros. Para conservar esos tesoros, Dios utilizó hombres devotos que copiaron sin cesar los textos ya aceptados entre los judíos. En el siglo 5 a. C., en la época de Esdras, los judíos fueron dispersados, exiliados. Esto los llevó a agruparse, volviendo a lo que los unía, es decir, la Palabra de su Dios. Fue entonces cuando los escribas, doctores de la ley y sacerdotes, reunieron los textos inspirados, mayormente escritos en hebreo y unos en arameo. A menudo Jesucristo hizo referencia al Antiguo Testamento. El Señor precisó, por adelantado, las tres “partes” que formarían el Nuevo Testamento: los evangelios, los Hechos y las epístolas, y por último el Apocalipsis (Juan 14:26; 16:13).
Inicialmente el cristianismo se extendió gracias a las predicaciones y a los testimonios de los apóstoles y de los primeros cristianos. Poco a poco fue necesario escribir la vida de Jesús y la enseñanza de sus apóstoles.
En Cartago, en el año 397, después de muchas investigaciones y peripecias, el texto bíblico fue reconocido oficialmente. ¡Sepamos ver, nosotros también, su valor excepcional!
1 Crónicas 7 – Lucas 10:1-20 – Salmo 88:13-18 – Proverbios 20:6-7