En estas dos citas del evangelio, Jesús alude a la relación amo-esclavo, muy común en aquella época. El esclavo estaba enteramente al servicio de su amo, quien no estaba en deuda con él por su trabajo. Cuando hacía todo lo que su amo le ordenaba, no hacía más que cumplir su deber, y no tenía motivos para presumir de ello…
Jesús invita a sus discípulos a servir de esta manera: “Decid: Siervos inútiles somos…”. Observemos que no es el amo el que le dice al siervo que es inútil; es el mismo siervo el que lo dice, ¡eso es muy diferente!
Cristianos, Jesucristo es nuestro Salvador, y por supuesto, también es nuestro Señor y Maestro (Juan 13:13). El apóstol Pablo, al igual que Pedro y Santiago, el hermano de Jesús, solía llamarse “siervo de Jesucristo” (Romanos 1:1; 2 Pedro 1:1; Santiago 1:1). Juan el Bautista no se consideraba digno de desatar la correa de las sandalias de Jesús (Marcos 1:7). Realmente es un honor y un gozo servir al Señor, y debemos hacerlo con humildad.
En efecto, Jesucristo es un excelente amo, digno de ser obedecido, servido, y aprecia la dedicación y fidelidad de sus siervos. El Señor no dejará de animar y recompensar al siervo fiel. ¡Y no en función de la importancia del servicio, sino de la fidelidad con la que se realiza!
El día de las recompensas en el cielo, Jesús mismo hará que sus siervos se sienten a la mesa, “y vendrá a servirles” (Lucas 12:37).
Isaías 6-7 – Gálatas 3 – Salmo 38:9-14 – Proverbios 12:23-24