Otro cambio radical se produjo en la vida de Onésimo. Antes era rebelde, no hacía bien su trabajo, o al menos lo hacía de mala gana. Ahora era útil tanto para Filemón como para el mismo Pablo (Filemón 11).
Esta es la historia de cada hombre en su relación con Dios. Desde nuestra infancia nos oponemos a la autoridad de Dios, por lo tanto, somos inútiles. La Biblia es clara a este respecto. Dios, quien conoce nuestros motivos e intenciones más secretas, nos dice: “Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno” (Romanos 3:12). Pero cuando alguien acepta el perdón divino a través de la fe en Jesucristo, recibe una nueva vida y puede agradar y ser útil a Dios.
Sin embargo, solo seremos eficaces en la medida en que actuemos guiados por él. Sería una ilusión pensar que servimos a Dios mientras estamos asociados a cosas malas o a personas relacionadas con actividades dudosas. “Así que, si alguno se limpia… será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Timoteo 2:21).
Cristianos, ¡es maravilloso pensar que podemos ser útiles a Dios sirviendo al cumplimiento de sus planes! Él podría prescindir de nosotros, pues es soberano y todopoderoso, pero nos honra asociándonos a su obra. ¡Que esto nos motive a servirle con gozo y celo!
“El Señor recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte del Señor Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte” (Rut 2:12).
Eclesiastés 8 – Apocalipsis 2:18-3:6 – Salmo 139:13-18 – Proverbios 29:15-16