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Algunos pasajes de la Biblia pueden parecer difíciles de entender, complicados o demasiado abstractos. El evangelista Spurgeon dijo: «Es maravilloso ver cómo un texto bíblico, duro como una roca, echa chispas cuando es golpeado con el acero de la oración». Antes de leer, pida a Dios, quien ha inspirado plenamente este texto, que le ayude a comprenderlo.
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La Biblia no es un tratado de doctrinas religiosas. Ella nos habla de Jesús, la revelación del Dios vivo. Él dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). ¿Se privaría de descubrir lo que el Dios de eternidad quiere revelarle sobre sí mismo?
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Leyendo la Biblia usted descubrirá que su honestidad y sus méritos no pesan nada ante la santidad de Dios. Pero también verá que Dios no le impone reglas para mejorar su conducta. Le ofrece algo mucho mejor: transformarlo profundamente y hacerlo capaz de agradarle.
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Si Dios no se interesara en usted, no habría dado a su Hijo para salvarlo. Pero lo hizo, y el Evangelio es la maravillosa historia de su amor por usted. ¡No deje de lado este mensaje de amor!
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16).
Job 42 – Santiago 3 – Salmo 137 – Proverbios 29:5-6