La Buena Semilla: Martes 12 Diciembre
Martes
12
Diciembre
El mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
1 Tesalonicenses 5:23
Nuestro cuerpo

El cuerpo humano es un organismo maravilloso, “asombrosa y maravillosamente… formado” (Salmo 139:14, V. M.). Este cuerpo solo es una tienda (2 Corintios 5:1), una morada temporal, pero el cristiano debe cuidarlo para ponerlo al servicio de Dios. Sin embargo, muy a menudo este cuerpo está al servicio de nuestro “yo”, para satisfacer nuestras codicias. Por eso Dios nos invita a estar atentos y a reconocer que el cuerpo del creyente pertenece al Señor: “El cuerpo… (es) para el Señor”. Al mismo tiempo, “el Señor(es) para el cuerpo” (1 Corintios 6:13). Él mismo se compromete a cuidarlo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque… vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:31-32).

No solo nuestra alma y nuestro espíritu son de Cristo, sino también nuestro cuerpo: este se beneficia igualmente de su obra (Filipenses 3:21). Así, ya no somos esclavos del pecado, y podemos servir y glorificar a Dios. “Habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Corintios 6:20). El apóstol Pablo hablaba de su cuerpo como de una vasija de barro que contiene un tesoro: el conocimiento de Dios y del Señor Jesús (2 Corintios 4:7).

Un día Jesús mismo volverá para llevar consigo a todos sus redimidos. Sus cuerpos serán transformados a la semejanza de su Salvador. Entonces serán llevados en cuerpo, alma y espíritu a la casa del Padre.

Eclesiastés 12 – Apocalipsis 5 – Salmo 140:6-13 – Proverbios 29:21-22