En Florencia, en el siglo XVI (16), un grupo de artistas examinaba un hermoso y enorme bloque de mármol, de más de cuatro metros de altura, pero lamentablemente estropeado por la mano de un torpe escultor. «No se puede sacar nada de esto», pensaron. Sin embargo, una mañana un joven puso una valla alrededor del bloque abandonado. Durante cuatro años se escuchó el sonido del cincel cortando la piedra. Cuando desmontaron las tablas, los florentinos quedaron asombrados al ver una obra maestra: la magnífica estatua del «David» de Miguel Ángel. Aún hoy es una de las joyas de la ciudad. De un bloque frío e informe, aparentemente inservible, había surgido un milagro de belleza bajo el cincel del maestro.
Muchas personas dicen: «He desperdiciado mi vida». Esas personas tallaron torpemente el mármol de su destino. ¿Qué queda de sus esfuerzos y esperanzas? ¡No se desespere! «Confíame tu vida, que parece ser un fracaso, dice Jesucristo, y yo la transformaré para la gloria de Dios». Si entrega su voluntad a la Suya, él hará algo hermoso de su vida desperdiciada. Tal vez comience por poner una pared entre usted y lo que alguna vez amó, cualquier cosa que se interponga al trabajo de Dios. Tal vez se meta de lleno en sus planes y en su corazón, pues lo que quiere reproducir en usted es su propia imagen. Él trabaja hasta ser formado en nosotros (Gálatas 4:19). ¡Sí, el Señor sabe transformar en una obra maestra lo que hemos estropeado!
Génesis 33 – Mateo 19 – Salmo 18:16-24 – Proverbios 6:6-11