A un presentador de radio y televisión se le preguntó cuál era el clásico que le avergonzaba no haber leído, y su respuesta fue: La Biblia.

Este hombre confesó que duerme poco y así aprovecha el tiempo para leer mucho. «Leo al menos dos libros al día». En su biblioteca, que contiene 3000 libros clasificados por autor, se encuentra de todo: novelas, filosofía, teatro… Solo un clásico parece haber escapado a su voracidad literaria: la Biblia.

A través de la lectura buscamos enriquecer nuestra cultura, escaparnos, entretenernos. Pero la Biblia contiene un mensaje vivo. Es la Palabra de Dios; ella tiene el poder en sí misma para ponernos en relación con Dios y transformarnos. Revela quién es Dios: amor y luz. Es como una semilla que germina en el corazón de quien la recibe: “Siendo renacidos… por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23).

Creer lo que ella dice es creer a Dios. Su propósito es comunicarnos la vida divina. Ella es más que una distracción, nos conduce a descubrir la verdadera felicidad. En contraste con todo lo que los hombres pueden escribir, “las palabras del Señor son palabras limpias” (Salmo 12:6). Nada es insignificante en la Biblia, todo es útil. Ella nos dice la verdad sobre nosotros mismos y sobre Dios. “Tu palabra es verdad” (Juan 17:17).

¡Leamos la Biblia!

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).

Le invitamos a leer la Biblia en nuestro sitio web: www.ediciones-biblicas.ch