Los cristianos de todos los tiempos se han inspirado en el supremo ejemplo dado por Jesús en la cruz, para soportar con paciencia, sin ánimo de venganza, sufrimientos que no merecían, especialmente durante las persecuciones religiosas. El ejemplo de Blandina, mártir en Lyon y entregada a las bestias en el año 177, es particularmente notable.
Pero algunos ejemplos recientes también nos interpelan. Muchos conocen la historia de Joni Eareckson, esa joven que se lesionó en la flor de su juventud. Hermosa y deportista, se dedicaba a uno de sus deportes favoritos, el buceo, cuando en 1967 un desdichado accidente la dejó paralizada del cuello hacia abajo. Vivió meses de amargura, desesperanza y rebeldía. Ella cuenta cómo terminó por aceptar la soberanía de Dios. Aprendió a pintar, sirviéndose únicamente de su boca. Durante años recorrió el mundo dando testimonio de la gracia de Dios, siendo así un aliento para muchos.
Aproximadamente tres años después de su accidente, fue consciente de que Jesús también quedó inmovilizado cuando fue clavado en la cruz del Calvario. Este pensamiento tuvo un efecto tranquilizador en su espíritu, y se sintió aun más cerca de su Salvador, quien le daba el ejemplo de su paciencia para soportar el sufrimiento con perfecta sumisión.
Jesucristo “como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca” (Hechos 8:32).
Génesis 23 – Mateo 13:1-23 – Salmo 12 – Proverbios 3:32-35