Un empleado bancario que decide cuidar cabras, un profesional de la informática que se convierte en comediante, un ingeniero que prefiere ser maestro de escuela… son algunos ejemplos de personas que deciden cambiar no solo de profesión, sino a veces incluso de vida. Plenamente conscientes de las dificultades que inevitablemente encontrarán en esta nueva página de sus vidas, no dudan en hacer de su pasión su profesión.

Dios propone a cada ser humano una reconversión mucho más importante. Es un giro de 180 grados, absoluto, íntimo, y sobre todo indispensable: se trata de dar la espalda a nuestra existencia lejos de Dios, y de confiarle nuestra vida. Significa reconocer que somos pecadores y aceptar el perdón que Dios nos ofrece, perdón que fue hecho posible gracias a la muerte de Jesús en la cruz.

Entonces ante nosotros se abrirá una nueva vida. No estará libre de pruebas, pero los momentos difíciles se pueden vivir con la ayuda de Dios. Aunque este cambio no implica necesariamente cambios materiales -porque es sobre todo interior- será visible en nosotros. Nuestros objetivos desaparecerán y darán lugar a nuevas metas, menos egoístas, quizá, pero sobre todo en armonía con Dios, con la ayuda de su Espíritu: por ejemplo, agradar a Dios, hablar de él a los que nos rodean… ¡No lo lamentaremos!