La buena noticia de la salvación tiene dos aspectos:
– Por un lado, la
– Por otro lado, la
Para ser salvo, cada ser humano debe reconocer que es un pecador y aceptar la salvación ofrecida por Jesucristo, el Hijo de Dios, a través de su sacrificio en la cruz.
Si uno olvida el primero de estos aspectos, no predica el verdadero Evangelio. Se conforma con adormecer a la gente con palabras agradables al oído. Solo habla del amor, la bondad y la misericordia de Dios. En cuanto al pecado, tranquiliza las conciencias diciendo que «Dios es tan bueno que perdonará…». Este mensaje es engañoso porque no habla de la justicia de Dios y de su horror al mal. Es un evangelio falso, pues oculta la gravedad del pecado y la santidad de Dios, que son tan reales como su amor.
El verdadero Evangelio declara al hombre su condición de pecador, le dice que está perdido y que merece el juicio divino. Debido a su orgullo, al hombre le cuesta aceptar este mensaje, cuyo resultado, cuando es recibido en la conciencia y en el corazón, es producir ante todo tristeza y arrepentimiento para salvación, y no alegría (2 Corintios 7:10). Pero Dios es amor, y el Evangelio es realmente una buena noticia, porque nos dice que Jesús tomó nuestros pecados sobre sí mismo y sufrió el castigo en nuestro lugar. Entonces el creyente puede decir con gran gozo: “El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
Deuteronomio 23 – Juan 13:21-38 – Salmo 119:73-80 – Proverbios 26:13-14