La Buena Semilla: Domingo 1 Septiembre
Domingo
1
Septiembre
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Filipenses 4:6
(Jesús dijo:) Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
Juan 15:7
¡Hable, Dios lo escucha!

Orar es hablar a Dios con nuestras propias palabras. Es mucho más que hacer peticiones. ¿Qué pensaríamos de un niño que solo hablara con sus padres para pedir algo? Dirigimos nuestra oración a Dios nuestro Padre y al Señor Jesús, personas divinas reveladas en la Biblia y que tienen un gran interés por cada uno de nosotros. Dios nos escucha, ¡qué gracia! La oración nos permite cultivar:

– la humildad, expresando nuestras necesidades más profundas,

– la fe, que capta todas las promesas de Dios,

– la esperanza, que saborea su cumplimiento,

– la conciencia del amor de Jesús, quien se entregó por cada uno de nosotros, y pone en nuestro corazón amor por él y por los demás,

– la paciencia, porque renunciamos a intervenir y a agitarnos en nuestra vida, para dejar que Dios actúe.

No se trata de dictar a Dios lo que debe hacer: si no renunciamos a nuestra voluntad, no entenderemos la respuesta divina. Si en nuestro corazón hay sentimientos de animadversión o rencor contra alguien, ¡rechacémoslos, pues estos nos hieren primero a nosotros mismos! Oremos por esa persona; solo así seremos capaces de amarla. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34), rogó Jesús por sus verdugos.

Leyendo la Palabra de Dios conoceremos mejor al Padre y a Jesús, quien nos lo reveló. Así podremos conocer la voluntad de Dios y orar en concordancia con ella. ¡Y Dios nos responderá!

Jeremías 33 – 1 Corintios 9 – Salmo 102:23-28 – Proverbios 22:15