El patriarca Job se planteó esta pregunta vital: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?” (Job 9:2). Muchos creyentes del Antiguo Testamento se hicieron la misma pregunta, sin hallar respuesta. Dios había dado una ley a su pueblo, con mandamientos que debían cumplir: “Haz esto, y vivirás” (Lucas 10:28). Pero nadie pudo cumplir esta ley. Ella solo demostró que el hombre, por sus propios esfuerzos, es incapaz de ser irreprochable ante Dios.
Pero gracias a la obra cumplida por Jesús, tenemos una respuesta a la pregunta de Job:
– Todos los que creen en Jesucristo son “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).
– “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
– “Justificados en su sangre” (Romanos 5:9).
Estas afirmaciones muestran cómo podemos ser justificados, es decir, declarados justos por Dios mismo:
– Somos justificados gratuitamente: ¡la justicia que Dios ofrece no se paga! La gracia de Dios hace que él perdone a los hombres que solo merecen su juicio.
– La sangre de Jesús es el medio, también atestigua que el pecado ha sido juzgado.
– La fe es la mano del hombre que capta este don gratuito y maravilloso.
Jeremías 51:33-64 – 2 Corintios 11:1-15 – Salmo 106:32-39 – Proverbios 23:26-28