Un mes antes de su muerte, a la edad de 32 años, el evangelista Félix Neff (1797-1829) escribió a un amigo:
«Me urge confirmarle hoy todo lo que he dicho y predicado. Ahora estoy experimentando las verdades que he enseñado… sí, ahora más que nunca me doy cuenta de la absoluta necesidad de ser un creyente de hecho, y de vivir habitualmente en la comunión del Señor, permaneciendo en Él.
En la prueba es cuando se puede hablar de estas cosas; un creyente sin aflicción solo es un soldado de desfile. Lo experimento ahora y quiero dar un vehemente testimonio de ello mientras Dios me da la fuerza de hacerlo.
Cristo, aunque era Hijo de Dios, “por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8). ¡Con mayor razón necesitamos nosotros esta instrucción!
Sí, lo puedo decir ahora, me es bueno haber sido afligido. Necesitaba esa prueba, incluso si mi estado es muy penoso. Yo que me complacía en una vida de actividad y de movimiento; pero desde hace mucho tiempo, me encuentro reducido a la más completa inacción; casi no puedo beber, ni comer, ni dormir, ni hablar, ni escuchar, ni leer, ni recibir visitas de mis hermanos. Tengo que esforzarme mucho para dictar estas pocas líneas; me agobian las angustias debidas a la enfermedad y a menudo me veo privado, sea por ella o por los ardides de Satanás en mi propio corazón, de la presencia de Dios y del consuelo espiritual que ella me procuraría».
Jeremías 34 – 1 Corintios 10 – Salmo 103:1-5 – Proverbios 22:16