(Dios es) el justo, y… justifica al que es de la fe de Jesús.
Dios es justo. Eso es una buena noticia, dirá usted, pues no desearía un Dios injusto que absolviera a los culpables y condenara a los inocentes. Pero hay un problema, ¡usted y yo no somos justos! Quizá nos hagamos ilusiones al respecto, pero en el fondo sabemos bien que no lo somos. Si todos nuestros actos y gestos de un día, junto con todos nuestros pensamientos secretos, se grabaran en una cinta y se proyectaran en público, ¡nuestro único deseo sería salir corriendo! Entonces, si Dios es justo, solo puede condenar a pecadores como nosotros.
El hecho de que Dios es justo sería una noticia terrible si no hubiera otra: Dios ama al pecador y le ofrece su perdón para que sea justificado.
“Dios es amor” (1 Juan 4:8), esa es su propia naturaleza. Halló el medio de conciliar su amor perfecto con su justicia perfecta. Su Hijo unigénito sufrió el juicio que nosotros merecíamos por nuestros pecados, murió en nuestro lugar para poder perdonar a todos los que aceptan su gracia. Su exigencia de justicia quedó satisfecha porque Jesús pagó en lugar del culpable, y su amor triunfa: “La misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13).
Recordemos que si no reconocemos nuestros pecados y los confesamos ante Dios, su justicia nos condenará inevitablemente. ¡Sin embargo, es una buena noticia que Dios sea justo, porque también es amor!
“El Señor es justo, y ama la justicia” (Salmo 11:7).
“La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Salmo 85:10).
Jeremías 49:1-22 – 2 Corintios 6 – Salmo 106:6-12 – Proverbios 23:17-18