La Buena Semilla: Jueves 15 Agosto
Jueves
15
Agosto
Procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.
Hechos 24:16
Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
1 Corintios 4:4
Un medidor más o menos bien ajustado

Si un velocímetro pierde su sensibilidad, reacciona con mayor o menor precisión a las variaciones de velocidad. Pero si está distorsionado, su aguja siempre indica una velocidad inferior o superior a la real. En el ámbito moral, lo mismo sucede con nuestra conciencia. Como un instrumento delicado, nos permite evaluar el bien y el mal, pero puede perder su sensibilidad, e incluso distorsionarse.

¿Podemos ver el mal que nos rodea sin acostumbrarnos a él? ¡Por supuesto que no! De una falta que hace pocos años se decía: «¡Es horrible!», hoy decimos: «Es grave, pero con la evolución actual de la moral, hay que relativizarla…». Así, el bien y el mal están sumergidos en una zona gris que facilita la confusión moral.

No escuchar su propia conciencia es endurecerla, distorsionarla. ¡Y esto es peligroso! Un velocímetro distorsionado no exime al conductor de una multa por exceso de velocidad. Lo que cuenta es la información dada por el radar policial.

Nuestra conciencia puede ser un instrumento más o menos distorsionado. Se altera por el contacto repetido con el mal, pero también puede ser refinado por la lectura cuidadosa de la Palabra de Dios. El cristiano tiene la «norma segura» en la Biblia, vivida perfectamente por Cristo. El apóstol Pablo amaba e imitaba a su Señor. Como él, procuremos “tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”.

Jeremías 19 – Lucas 21:25-38 – Salmo 94:16-23 – Proverbios 21:15-16