Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
«Crecí en una familia judía rica, pero a los 17 años me di cuenta de que mi vida no estaba a la altura de mis aspiraciones más profundas. Me pregunté por el sentido de la vida. En ese momento noté un profundo cambio en mi hermana mayor. Hasta entonces, ella había llevado una vida frívola como la mía. Explicó que su vida había cambiado porque había conocido a Jesús, y afirmaba que él era el Mesías. Esto me pareció una tontería. Yo tenía una buena educación judía y mejores cosas que hacer, como para prestar atención a lo que para mí eran supersticiones…
Luego mi madre y mi hermana menor empezaron a leer el Nuevo Testamento, y me hablaban de Jesús. Todo eso me parecía horrible. ¡Decidí luchar contra la Biblia, pero para ello debía leerla! Mientras recorría las páginas que hablaban de Jesús, me hacía preguntas sobre él. Durante mucho tiempo mi corazón se había endurecido contra Jesús, pero quería saber si él era realmente el Mesías y si yo podía tener una relación personal con Dios a través de él. Así que oré a Dios pidiéndole que me revelara la verdad, y él me respondió. ¡Creí en Jesús, y su amor entró en mi vida! Esa sensación de vacío en mi corazón desapareció, y desde ese momento la vida pareció una aventura maravillosa.
Soy cristiana desde hace 3 años, y nunca he vuelto a sentir ese vacío, aunque he perdido a varios amigos. Tengo ideales y metas que antes no tenía. ¡Fue Jesús quien me los dio!».
Jeremías 9 – Lucas 15 – Salmo 90:13-17 – Proverbios 20:25-26