El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Gustad, y ved que es bueno el Señor; dichoso el hombre que confía en él. Temed al Señor, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen.
Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos.
La vida de David estuvo marcada por muchas dificultades. Fue perseguido, varias veces tuvo que huir para salvar su vida. ¡Pero el Señor siempre lo libró! El Salmo 34 nos habla de ello. Todo creyente puede apropiarse las palabras de este salmo.
En cualquier lugar donde usted se encuentre, el Señor lo escucha y puede librarlo de sus miedos. Incluso el más humilde de los hombres puede invocar a Dios, el gran Dios del universo, quien lo escucha y lo libera. Sea rico o pobre, joven o viejo, sano o enfermo, el Dios que escuchó y liberó a David también lo escucha.
“Los ojos del Señor están sobre los justos”. ¿Quiénes son estos justos? Los que “temen” al Señor, es decir, los creyentes que lo aman y buscan agradarle.
Probablemente sus condiciones de vida son tan difíciles que usted piensa que todo está en su contra. Se siente solo, desanimado, amargado, y la vida parece cada vez más difícil.
En estas circunstancias, recuerde que nunca está solo, ni siquiera en el día más sombrío. El mismo Señor que tenía los ojos puestos sobre su siervo David, vela por usted en este momento. El mismo Dios que dirigió fielmente a David y lo cuidó, también escucha sus clamores. David confió en Dios y fue liberado. ¡Usted también puede confiar en él!
Jeremías 10 – Lucas 16 – Salmo 91:1-6 – Proverbios 20:27-28