Quien quiera ahorrar tiempo de oración en la mañana, hace un mal cálculo. No tendrá suficiente tiempo para su trabajo del día.

Martín Lutero dijo: Tengo tanto que hacer hoy, que debo empezar el día orando más tiempo.

Cuando no reciba todo lo que desea, cuente todas las bendiciones que Dios le ha dado. Piense en todas las cosas que ha recibido sin haber orado por ellas, o incluso sin haber tenido tiempo de desearlas.

Deje que su corazón ore sin expresar palabras, antes que orar con sus labios sin que su corazón esté comprometido.

Para orar no se necesita ningún don espiritual, solo se necesita un corazón.

¿Dónde están nuestros corazones? ¿Están ocupados con las cosas de este mundo? ¿O estamos andando en paz hacia el cielo, ocupados con el Señor Jesús, cuyo amor nunca nos deja? Si Cristo está ante nuestros ojos, pronto desaparecerán todas las cosas que nos perturban e inquietan.

Las cosas pequeñas pueden tener un gran resultado si las hace para complacer a Dios.

Viva de tal manera que despierte en los que lo rodean el deseo de conocer a Jesús, su Señor.

Debemos actuar como si pudiéramos desprendernos del mundo sin haber salido de él, para disfrutar de la felicidad del cielo antes de entrar en él.