«No tenemos miedo, la barbarie nunca podrá triunfar, nuestra voluntad de vivir juntos sigue intacta». Tras los mortíferos atentados en Europa, mensajes como este abundaron en los medios de comunicación. Pero los discursos parecen huecos cuando el terror es sembrado por personas violentas que solo quieren hacer daño. Necesitamos un mensaje diferente que nos dé confianza sobre nuestro futuro.
Jesús dijo a sus amigos que no temieran a los hombres (versículo de hoy). En efecto, estos tienen poder sobre el cuerpo, para matarlo, pero no tienen poder sobre el alma. En cambio, Dios tiene todo el poder sobre el cuerpo y el alma. En particular, echará en el infierno a todos los que rechacen a Cristo.
No temer a Dios y vivir como si él no existiera caracteriza a los que no creen en Cristo, y quienes por lo tanto siguen siendo enemigos de Dios. Es una situación muy grave, pero Jesús, el Hijo de Dios, vino justamente para librarnos de ella. En la cruz, Jesús llevó toda nuestra maldad, nuestro odio, a fin de darnos la paz. Murió en nuestro lugar para darnos una nueva vida. Nos llama sus amigos y nos cuida muy especialmente. Si tenemos que pasar por la muerte, es para ser llevados al paraíso con él. Por eso Jesús puede decirnos: “No temáis”.
“El Señor está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre… Mejor es confiar en el Señor que confiar en el hombre” (Salmo 118:6, 8).
Esdras 6 – Juan 4:1-30 – Salmo 115:1-8 – Proverbios 25:1-3