Los sociólogos clasifican las generaciones en varias categorías. Los baby boomers son los nacidos entre 1946 y 1964, la generación X, los nacidos a partir de 1965, la generación Y después de 1980 y la generación Z después de 2000. A cada una le atribuyen características que le son propias. Los acontecimientos históricos, las innovaciones tecnológicas y los cambios sociales tienen una fuerte influencia en los caracteres de cada generación.

En cambio la Biblia sigue siendo la misma. Ella nos invita a transmitir de una generación a otra lo que Dios es y lo que ha hecho por su criatura. “Contando a la generación venidera las alabanzas del Señor, y su potencia, y las maravillas que hizo”, para que “pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos, y no sean… generación contumaz y rebelde; generación que no dispuso su corazón, ni fue fiel para con Dios su espíritu” (Salmo 78:4, 7-8).

Sea cual sea su entorno, el hombre necesita a Dios. Se ha alejado de él, pero Dios quiere bendecir a su criatura y la llama a volverse a él. “Su misericordia es de generación en generación a los que le temen” (Lucas 1:50). Dios siempre es el mismo. Él no cambia. Y, en todo tiempo, el único medio de reconciliarnos con Dios es aceptando el don de su Hijo Jesús, quien murió y resucitó para salvarnos. ¡Contemos, pues, las maravillas de Dios a las nuevas generaciones!

“Guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos” (Deuteronomio 4:9).