Li An, un cristiano chino encarcelado por su fe en Jesucristo, fue juzgado tras una larga estadía en prisión. El interrogatorio fue grabado durante el juicio:

–¿Todavía cree en el cristianismo?, preguntó el fiscal con aire despectivo.

–No creo en el cristianismo.

El fiscal se rio y dijo: -Finalmente lo hemos corregido. Li An respondió:

–Nunca he creído en el cristianismo, creo en la persona de Jesucristo.

El fiscal gritó exasperado: -¡No juegue con las palabras! El cristianismo y Jesucristo son lo mismo.

–No, hay una gran diferencia.

–¿Qué quiere decir?

–La diferencia es que el cristianismo es una religión. Tiene iglesias, un conjunto de reglas, pastores y otros servidores. Ustedes pueden cerrar las iglesias, prohibir toda religión, arrestar a los predicadores, pero Jesucristo vive en mi corazón. Él es mi vida. Nunca podrán quitarme eso. Él siempre está conmigo, incluso hoy en esta sala. ¿Cómo podría negar a Aquel que me salvó? No puedo dejar de creer en él.

Es mejor ser un cristiano en la cárcel, que una persona religiosa fuera de ella. Además, nadie puede separarnos del amor de Cristo. Él vive en nosotros y nos hace victoriosos dondequiera que estemos.