El 14 de agosto de 2018, Rolando y Verónica regresaban de Italia. Cerca de las 11:30 de la mañana, una luz se encendió en el tablero de su vehículo: ¡había un problema en el motor! Llovía a cántaros, y el tráfico era intenso. Rolando salió de la autopista justo antes de llegar al puente Morandi, en Génova. La señal luminosa se apagó, y la pareja decidió tomar la autopista de vuelta a Francia en el siguiente cruce, justo después del famoso puente.

De repente los llamaron de urgencia para saber dónde estaban. Entonces se enteraron de que el puente Morandi se había derrumbado a las 11:36.

–¿Hubiéramos sido arrastrados? No lo sé, dijo Rolando, pero cuando salí de la autopista, el viaducto estaba intacto, y cuando volví a la autopista, ya se había derrumbado.

Otro hecho asombroso: la luz de alerta del vehículo no volvió a encenderse, ni ese día ni después. ¿Los habría salvado Dios de aquella tragedia? Si fue así, ¿por qué a ellos y no a los otros? La pregunta sigue sin respuesta…

Sin embargo, Verónica se siente muy conmovida cada vez que ve las imágenes del puente derrumbado, y ora por las familias afectadas por dicha tragedia.

–Si hubiéramos muerto en Génova estaríamos en la presencia de Dios, nuestro Padre celestial, dicen con convicción Rolando y Verónica. Pero como todavía estamos en esta tierra, queremos ayudar a otros a encontrar la paz con Dios por medio de Jesús. ¡No tener miedo a la muerte es vivir verdaderamente!

“Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste” (2 Samuel 22:3)