Según el autor del libro «Cómo la religión envenena todo», las religiones conducen al servilismo, a la represión de la moral y al conflicto.

A veces la religión es definida como «un conjunto de creencias, sentimientos, dogmas y prácticas que determinan la relación del ser humano con lo sagrado o lo divino». En efecto, el hombre debe responder a las necesidades de su espíritu. Esto lo diferencia fundamentalmente del animal. La religión pretende poner a los hombres en relación con Dios.

Dios nos invita a entrar en una relación feliz y confiada con él, no a tener una religión. Lo que impide tener una relación estrecha con Dios es el pecado, porque Dios es santo. La Biblia dice: “Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2). Pero Dios nos ofrece un recurso para reconciliarnos con él. A todos los que han creído y aceptado que Jesús murió en la cruz para perdonar sus pecados, “les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Entonces conocen a Dios como Padre. Esta relación les permite beneficiarse de sus cuidados, su amor, su ternura y sus consejos. Esto es muy diferente a una religión que nos impone lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer. Además, nuestra relación con Dios es personal, y repercute en nuestras relaciones con los demás, especialmente con los que comparten la misma fe.