La Buena Semilla: Miércoles 18 Octubre
Miércoles
18
Octubre
Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.

Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.

Santiago 4:6-8, 10
¡Nunca he hecho nada malo!

Un hombre se acercó al stand bíblico, y mientras conversábamos le dije:

–¿Sabe usted que Dios perdona a todo el que le confiesa sus pecados?

–Nunca he hecho nada malo, respondió.

–¿Nunca ha mentido, robado, odiado, engañado?

–¡Nunca!

–¡Entonces debe estar orgulloso por no haber pecado nunca!

–Oh, sí, ¡muy orgulloso!

–Pues ese es su primer pecado: ¡el orgullo!

Mi interlocutor comenzó a reírse.

Sin embargo, el orgullo no es un pecado pequeño. Fue el pecado de Adán y Eva, quienes quisieron ser como Dios. Y antes de ellos, fue también el pecado de Satanás, el ángel de luz que se rebeló contra su Creador: quiso ser “semejante al Altísimo”, y ser adorado como un dios (Isaías 14:12-15).

Es difícil admitir que el orgullo sea un obstáculo insuperable para entrar en una relación con Dios. “Abominación es al Señor todo altivo de corazón” (Proverbios 16:5).

No obstante, si reconocemos nuestro orgullo, Dios nos perdona. Quiere ayudarnos a comprender nuestro problema fundamental: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:10-11). La Palabra nos enseña de qué manera Dios nos concede el perdón: él “da gracia a los humildes”. “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).

Nehemías 4 – Juan 7:32-53 – Salmo 118:15-20 – Proverbios 25:18-19