¡Este año está a punto de acabarse! Unos pasos más y estaremos en el nuevo año. ¡Son pasos que se añadirán a los que hemos dado en los últimos meses! ¿Qué huellas habrán dejado? Sin duda, entre ellos hay algunos pasos en falso. Un error, un engaño, una (¡pequeña!) mentira… Una falta que nos confronta con la justicia humana, una desobediencia a Dios…
Pero debemos avanzar, una y otra vez, paso a paso. Tal vez solo falta un paso más para tener el valor de reconciliarnos con un colega, un vecino, el cónyuge; para alcanzar una meta largamente soñada; para visitar a esa persona en dificultades; para renunciar a una adicción… Quizá, por el contrario, un paso más nos llevaría demasiado lejos, tendría consecuencias irreversibles…
Tal vez solo nos falte un paso hacia el final de nuestra vida en la tierra, porque tenemos una edad avanzada, o la salud decae…
Tal vez todo lo que necesitamos es un paso para ir a Dios… Un paso de fe, es decir, de confianza en su amor, manifestado en el sacrificio de Jesucristo, quien murió por nuestros pecados; un paso de confianza en sus promesas. Un paso de fe, un paso muy pequeño, pero que nos abrirá grandes horizontes: una vida con Jesús, en comunión con Dios, a quien conocemos como Padre, ¡desde ahora y para siempre!
¿Qué paso voy a dar hoy?
Jueces 20:24-48 – Apocalipsis 21:15-27 – Salmo 149 – Proverbios 31:10-24