Rosa Warmer nació en Hungría en una familia judía. Descubrió el Evangelio en el año 1938 en Budapest. Así narró su historia, tras una animada conversación con un evangelista:
«Aquella noche ocurrió algo extraño. Estudiando las Escrituras, vi un cambio en mí. Ya no era tan escéptica, ya no buscaba»pruebas«para refutar las sorprendentes afirmaciones de mi interlocutor sobre la profecía. Ya no creía saber tanto como él: quería aprender. No sabía que en ese momento un numeroso grupo, congregado en la sala de reuniones cristianas, oraba por esa joven judía vestida de negro que llevaba horas haciendo preguntas sobre la Biblia. Leí largos capítulos… Pasaba del Antiguo al Nuevo Testamento, y viceversa. Cada vez más conmovida, me vi impulsada a buscar la verdad. Entusiasmada leí una y otra vez el capítulo 53 de Isaías y el Salmo 22.
Tenía 29 años. Mi vida espiritual no había sido más que una confusión. Por primera vez un rayo de luz crecía a medida que yo me acercaba. La claridad que arrojó sobre mi vida pasada fue demasiado intensa. En ese mismo momento mi conciencia se despertó a la gracia de Dios. ¡Ahora sabía lo que debía hacer! Entregué todo mi corazón al Mesías, el Señor Jesucristo».
Transformada por su encuentro con el Mesías, esta joven dedicó su vida a dar testimonio ante los judíos. Inquebrantable, a pesar de los peligros, fue testigo de Cristo incluso en los campos de concentración.
Jueces 6:1-21 – Apocalipsis 6 – Salmo 141:1-4 – Proverbios 29:23