El día de Navidad, casi al final del año, fue elegido para celebrar el nacimiento de Jesús. Los medios de comunicación aprovechan la ocasión para contar a su manera algo sobre su persona, su vida y su mensaje. ¡Pero olvidan resaltar que él vive en el cielo, y que volverá!
Jesús murió en una cruz, pero resucitó, y antes de ser llevado al cielo, dijo a sus discípulos: “Si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). Esta promesa orienta la vida de todos los que han puesto su confianza en Jesús. Les da un propósito y ánimo en medio de las dificultades. Jesús mismo vendrá por los suyos. “El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:16-18). Es una bendita esperanza para todos los que han creído en él. Pero este acontecimiento también es serio y solemne: cuando él vuelva, el período de gracia habrá terminado. Después de que Jesús vuelva por los suyos, será demasiado tarde para ser salvo del juicio que caerá sobre el mundo.
Jueces 17 – Apocalipsis 19:1-10 – Salmo 147:7-11 – Proverbios 30:29-31